miércoles, 22 de abril de 2009

"Muchacha en la ventana" Salvador Dalí


Es una habitación oscura. Las paredes son grises, no hay nada en la habitación. Hay una vacío inmenso. En el centro hay una ventana. Una ventana luminosa. Una ventana abierta y yo estoy asomada al bordillo con la mirada fija hacia el mar. La ventana representando la vida. El mar representando el infinito. La tierra representando la realización de los sueños. El velero representando la vía hacia el sueño.
Yo me asomo a la ventana. El mar está tranquilo. Un viento agradable y suave acaricia mi rostro. Observo el mar, el lugar donde ocurren las cosas, el mar que nos separa, el mar que nos junta, el mar donde habitan todos los monstruos que habitan en mis sueños. Un mar en medio como casi siempre.
Y en el fondo veo la tierra, una tierra verde. Verde de color y de esperanza. El lugar de mis sueños. Un lugar donde pueda empezar de cero. Un lugar donde pueda realizar mis sueños con libertad.
En el horizonte veo un barco de vela. Me dan ganas de huir en ella. Estoy cansada de esta vida, donde siempre tengo que estar dispuesta y disponible para él. Aparentemente me dicen que se me ve feliz, pero, llevo la misma tristura que llevaban mi madre y mi abuela. Ese sentimiento de estar siempre vendiéndome. Vendiéndome en alma y cuerpo sin recoger nada a cambio. Y quiero emprender mi vida en solitario, con independencia, haciendo y recogiendo sólo yo. Pero la solidez de estos muros son muy duros de echarlos a bajo. Pero, en este mundo me encuentro segura, una seguridad física. Pero la seguridad que necesito es otra, individual, psíquica, emocional. Y para ello, necesitó subirme a ese velero y navegar, navegar hacia al horizonte, hacia la tierra verde, hacia la vida.

Saio

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