miércoles, 6 de mayo de 2009
El camión - Frida Kahlo. (Jasbleydy Prieto)
Estas enfrente de un pequeño rectángulo observando a personas, objetos, gestos, características, en fin, una realidad reflejada en cuatro líneas unidas entre sí. Una realidad palpable en nuestra sociedad. Realidad que se plasma a través de dibujos y colores; colores vivos. Sí, vivos, ya que el mensaje que transmite, es un mensaje que perdurará por siglos y siglos; a pesar de que las sociedades evolucionen, hay bases que nunca jamás van a cambiar.
La diversidad de culturas es una de esas cosas que ¡nunca van a cambiar! Gracias a Dios que eso nunca cambiará, ¿por qué? porque si no fuera así, ¿qué sería de las sociedades futuras? ¿Qué sería de nuestros hijos? y ¡¿del mundo en sí mismo?!
¿Qué sería de nuestro ancestros indígenas? aquellos que estuvieron en el principio del mundo; en el principio de la colonización de América. Aquellos que andaban descalzos, desnudos, que no sabían el significado de la riqueza que tenían bajo su poder. Esa riqueza de color amarillo y brillante, que despertó la avaricia del hombre blanco. Tan grande fue su avaricia que no dudaron en despojar de su inocencia a nuestros ancestros latinoamericanos. No solo nos despojaron de nuestra inocencia, sino de nuestros dioses, nuestras costumbres, hasta de nuestra lengua. Todo esto a cambio de ¿qué?, de lo que en la actualidad llamamos “civilización”.
Dentro del bus, enmarcado por cuatro líneas; líneas que nos representan los cuatro puntos cardinales. El hombre blanco hace alarde de su poderío, vistiendo sus finas ropas y, llevando consigo su suculenta bolsa de dinero. Dinero, que es originario de nuestros ancestros.
Su mirada despótica hacia la humildad, humildad reflejada en un rostro lleno de tristeza llevando consigo el fruto de un amor; un amor pasajero, que le ha dejado una bendición y a la vez una carga. ¿Por qué carga? porque solo tiene con que alimentar a su hijo, los senos que la madre naturaleza le otorgó.
La señora humildad le dijó al señor poderío: por favor, ¡ayúdeme! y su única respuesta fue un gesto de dominio e indiferencia. Indeferencia a una realidad que está sentada junto a él.
Toda la llamada civilización comenzó hace muchos siglos atrás, generando las diferentes clases sociales, desde la aristocracia hasta la pobreza absoluta; pasando por diferentes niveles. Niveles en los que se encuentra nuestra sociedad. Uno de esos niveles esta en ese hombre vestido con un overol azul y unos zapatos viejos. Un hombre que representa la esclavitud y el mestizaje entre negros y blancos. Un mulato, que en su rostro muestra preocupación, ganas de superación, fuerza. Un hombre que nos pregunta ¿por qué existen las diferencias sociales? Pregunta a la que nadie sabe dar respuesta. Sólo hay una realidad, y esa realidad es que hay que vivir el día a día, es decir, hay que trabajar y trabajar para poder sobrevivir.
Ahora, sólo ¿el trabajo remunerado es trabajo?, sólo el que un ser humano sea retribuido monetariamente significa que trabaja. Josefina, mujer de cabello negro y vestido blanco, que lleva consigo una cesta, sabe que esto no es verdad. Qué la realidad del hogar a veces es más dura que la realidad del esfuerzo pesado. Ser madre, esposa, y mujer; no es tarea fácil. Pero, la cruda realidad es que nadie reconoce este nivel social. Se tiene que elegir entre ser mujer, madre, ama de casa o mujer exitosa y con futuro. Ella nos pregunta ¿por qué existen las diferencias de género? Pregunta que es como el proceso del agua potable. Primero sale del río y, tiene que pasar por un proceso de purificación hasta llegar a los hogares. Aún falta una parte del proceso de purificación para que la igualdad de género llegue a completarse al 100% en nuestra sociedad.
Rebeca, sentada junto al burgués americano entiende de esto muy bien; ella eligió ser mujer exitosa, antes que madre y ama de casa. Ella decidió el rítmo de su vida, un rítmo que no la hace feliz en toda plenitud; porque una mujer no es totalmente mujer si no puede cursar íntegramente el ciclo vital femenino. Nivel en el que la mujer debe ser madre, para comprender la esencia de la vida. Don con el cual Dios honro a la mujer; el don de concebir y procrear la Vida.
La inocencia reflejada en la niñez. Niñez mirando desde la ventana hacia uno de los puntos cardinales. Niñez mirando hacia la industrialización. Niñez que representa el futuro del mundo. Ingenuidad que esta siendo manipulada con los mensajes subliminales que envía nuestra sociedad a estas pequeñas criaturas que sueñan con el futuro, que sueñan con lo que desean ser de mayores. Ingenuidad que en la civilización de hoy en día ha cambiado el sueño de ser presidentes por el sueño del poder, el dinero, las armas, la tecnología. Niñez que ha cambiado las canicas, los cochecitos, los puzzles, por los videojuegos e Internet. Entonces, ¿A dónde va nuestro futuro? respuesta que gracias a los avances tecnológicos, pronto podremos encontrar en Internet.
A pesar de todo esto, la realidad es una y sólo una. Dentro de éste bus están todos los niveles, es decir, estamos todos nosotros. Y, somos todos nosotros los que tenemos que seguir luchando para afrontar las desigualdades sociales y culturales. Pero también luchar para seguir creciendo como personas, como seres humanos, luchar para que la humildad de nuestros hijos no se vea manipulada, luchar para que esa diversidad de culturas que la colonización hizo posible no se siga viendo enmarcada en niveles, niveles definidos en los cuatro puntos cardinales.
Marie Jasbleydy Prieto Gómez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué bonito, caracola! Lo que encuentra uno por Internet... XD
ResponderEliminar