Iba dispuesto a trabajar cuando un anciano se paró justo delante de mí. Yo, bastante tímido, susurré un “perdón” y quise marchar por su derecha. Él, en ese momento, dio un paso lateral hacia la izquierda y levantó su vista lo suficiente como para encontrarse de frente con mis ojos. Yo no sabía qué decir. Me había quedado paralizado. Unos segundos más tarde, el anciano, en un esfuerzo por mover sus labios rotos por el frío, levantó su puño y dijo:
- Yo necesito más que nadie su chaqueta. Nosotros, señor, nosotros sí tenemos frío.
A continuación, y sin siquiera poder responderle, me quitó la chaqueta amablemente y se marchó. Yo, desde entonces, aguanto más el frío y jamás llevo chaqueta.
(2) ¿Indiferencia? de Saio.
Hace mucho frío, no tengo una chaqueta para que me abrigue en este día de invierno. Espero que alguien me lo deje. Pero siento que va a ser difícil. Voy caminando por la calle y la gente no se para, todo el mundo va corriendo “a contra reloj” como digo yo. He llegado a una plaza, se me acerca un hombre alto y me dice:
- ¿Te apetece tomar un caldo caliente?
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(3) Curioso, de Beatriz Lorenzo
Ía eu pola rúa. Acababa de saír da miña clase de guitarra e levaba unhas luvas para que non se me conxelasen as mans. Facía un frío que metía medo e tiven que pechas até o último botón da chaqueta.
E de súpeto véxoos. Do outro lado da rúa. Un rapazote xoven, alto, vigoroso. E un home maior fronte a el, cos pantalóns desfiañados e uns zapatos que daba pena mirar para eles. Estaba diante do rapaz. Non sei de que falaron, nin como foi nin porque. Pero a cuestión é que o vello marchou coa chaqueta que o rapaz levaba posta, e o rapaz seguiu o seu camiño. Curiosa escea. Supoño que eu tamén lla deixaría, e invitaríao a tomar algo quente nun bar. Dá gusto ver que aínda queda xente boa neste mundo.
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