viernes, 13 de marzo de 2009

Tiempo de creación. Emma Velo

Dedo a dedo, letra a letra, hora a hora, cigarro a cigarro. Tic, tac, la máquina. Tic, tac, el reloj.
La música que discurría por las calles parisinas no llegaba hasta su estudio pero sus dedos pulsaban las teclas al ritmo de un tango.
Llevaba días peleando, pero no había conseguido nada. Su creación se revolvía buscando un camino diferente. él era el autor, no podía permitir que se saliese con la suya. Tenía que morir, era necesario para la historia. Es difícil aceptarlo, pero el personaje debía asumirlo. Había vuelto a hacerlo, por unos instantes había dominado su destino y sorteado su final. Esta vez había ido demasiado lejos. No solo había salvado la situación, sino que había cambiado de ámbito. Volando intangible se había enmarcado en otro arte, en el interior de la fotografía que decoraba su estudio.

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Ramos
Cada una de esas teclas sonaba como suena cada uno de los pasos hacia el cadalso. Con cada bocanada de nicotina, a un soplo de vida se le escapa entre los dedos a aquel personaje que había ido demasiado lejos. Nadie podía retirarle el poder , el mando de un paraíso de página en blanco emborronado con la negra creatividad. "Es necesario para la historia", se justificaba aquel Dios y diablo, que regalaba y quitaba vida a dos manos en el estudio parisino. "Tic, tac, se te acaba el tiempo", rezaba ese Dios envidioso que no quería que ninguna de sus creaciones le robase la manzana prohibida. El destino mandaba, la historia fluía, el espectáculo del negro sobre blanco debía continuar. Estaba a dos palabras, a un suspiro breve y eterno de clavar los dos últimos clavos a la caja de pino de su hijo sobre el papel. No pudo porque, volando intangible, escuchó un grito silente que preguntaba: "¿Padre, por qué me has abandonado?"

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